Colosenses 3:2-4
2 Piensen en las cosas del cielo, no en las de la
tierra. 3 Pues ustedes han muerto a esta vida, y su verdadera vida está escondida con Cristo en Dios. 4
Cuando Cristo —quien es la vida de ustedes— sea revelado a todo el mundo,
ustedes participarán de toda su gloria.
Mis hijos les encantan
jugar escondidillas con mi esposo cuando el llega a la casa. Los dos se echan a correr y esperan a que su
papi les encuentre. Ayer mi hijo mayor
se escondió tan bien que no me di cuenta donde estaba. Mi esposo si lo encontró pero yo le dije que
estaba equivocado porque no lo vi. Se había
escondido muy bien abajo de las almohadas.
Dice la escritura de hoy
que debemos de escondernos en Cristo. Necesitamos imitar a mi hijo y escondernos
tan bien con el vestimento de Cristo que los demás no nos vean a nosotros sino
a Cristo mismo y su amor. Es difícil. Trato de hacerlo pero a veces me sale mi
carne (una mano o un pie) y la gente observa que todavía vivo yo.
Es una decisión diaria:
escondernos en Cristo, vestirnos en Cristo.
Acabamos de tener a los misioneros Pablo y Laura Lere este fin de semana. Ellos nos acordaron quienes somos en
Cristo. Somos escogidos, santos, y
amados. Lo digo otra vez: escogidos, santos, y amados. Cuando realmente creemos esto, va a ser más fácil
escondernos en El. Es más seguro y mucho
más placentero reconocer que no tengo que vivir yo más sino Cristo en mí. Espero ganar el juego de las escondidillas—que
los demás no me encuentren a mí, más bien Jesús y su amor.
Pastora asociada Sonia Hernandez